viernes, 22 de noviembre de 2024

¿Existe un costo emocional por ser competitivo?

 La pregunta fue planteada por el licenciado Alexis Alderete durante el programa Todo Salud de hoy. Y continúa con más interrogantes: ¿Todos somos competitivos de la misma manera o cada persona tiene su propia forma de ser competitiva? ¿Puede ser un motor para el éxito o generar un ambiente laboral tóxico? ¿La gente competitiva tiene más amigos o les cuesta hacer buenas relaciones?

"La competitividad tiene grandes beneficios cuando la persona aprende a retrasar la gratificación inmediata para alcanzar objetivos a mediano y largo plazo, donde aplica la perseverancia, especialmente en ámbitos donde son recompensados como en el trabajo o en los deportes. Ayuda a dar lo mejor de sí mismos, a superar obstáculos y alcanzar las metas propuestas a pesar de cómo se vayan sintiendo o los obstáculos que se le vayan presentando. Se debe lograr la competitividad “positiva” aquella que impulsa a mejorar sin afectar negativamente la conexión con los demás" comenta el Lic Alderete.


"Es importante desarrollar habilidades para identificar cuándo la competitividad es beneficiosa y cuándo puede resultar contraproducente. En situaciones que exigen alto rendimiento o desafíos personales, la competitividad puede impulsar a las personas. Pero en momentos sociales, familiares o de descanso, hay que “desactivar” ese impulso y enfocarse en disfrutar y conectar. Las personas deben comprender que no siempre hay que ganar o sobresalir. Estrés, ansiedad constantes, aislamiento, conflictos interpersonales, desgaste emocional y físico pueden aparecer si la persona no sabe “disminuir” la intensidad de su impulso competitivo" explica el Licenciado.





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